Aquí estoy...

Como si fuese un discípulo de Borges, amo con derroche los atardeceres, los arrabales, algunos espejos de azogue interior, lo mítico y la desdicha. Me gustaría disfrutar ahora de la sencillez de la Belleza. Pero con sosiego. Aunque mis ojos, en un remedo de Terenci Moix, ya no puedan ver ese puro destello que me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor, acaso de lo mío que encuentro en mi Barrio, de la gloria mítica, no voy a afligirme, ni con la infelicidad, porque la belleza siempre perdura en el recuerdo.



sábado, 16 de septiembre de 2017

LIBROS QUE VOY LEYENDO: "Ni de Eva ni de Adán" de Amélie Nothomb.

"Uno debería tener siempre algo de lo que huir, para cultivar esa maravillosa posibilidad. De hecho, siempre hay algo de lo que huir. Aunque sólo sea de uno mismo"



"Ni de Eva ni de Adán" (Anagrama, 2010) es la decimosexta novela, una de su ciclo autobiográfico, de la autora belga Amélie Nothomb. Escritora de la que no voy a ahorrar esfuerzos en declarar mi admiración, no ya por su prolija creatividad sino por su prosa singular, osada y expresiva. De hecho, Nothomb tiene esa sorprendente virtud, esa fértil imaginación para construir un relato extenso e interesante de cualquier asunto trivial que por razones ignotas haya motivado su inspiración o interés; y al que arrastra al lector más que por su argumento, por la forma de narrarlo, por su filosofía de la realidad y de la capacidad de reírse hasta de lo grave y absoluto. Por esto me gusta esta escritora, por eso me gustan sus adictivos relatos. En este:

"Amélie Nothomb se sube en Tokio a la montaña rusa de una hilarante educación sentimental en brazos del muy delgado y muy oriental Rinri, un ávido lector que sueña con entrar en la orden del Temple. Amélie, decidida a aprender japonés enseñando francés a los autóctonos, conoce a Rinri en un bar. Pero, pocos días después, la relación entre maestra y alumno dará paso a una hermosa historia de amor. Distintos episodios nos sitúan, una vez más, ante una rica y peculiar visión de Japón, la de alguien nacido allí pero cuyos orígenes son occidentales, y donde la percepción de la alteridad cobra los más variopintos matices. Nothomb analiza sus experiencias desde una perspectiva casi antropológica, nunca exenta de ironía. La diversión está asegurada, pero también la ternura e incluso la melancolía…, porque cuando Nothomb escribe en primera persona fascina, divierte, hace pensar y hace reír. «Los lectores de Amélie no se quejarán ante tan espléndida cosecha Nothomb» (Marianne Payot, L’Express)."

"La sangre me cosquilleaba de placer: en el fondo, hay un lado voluptuoso en lo que nos martirizada..."
"... ¿Por qué era necesario que el placer siempre se pagara? ¿Y por qué el precio de la voluptuosidad era, inevitablemente, la pérdida de la levedad original"

La novela es una historia de amor entre Amélie y un joven japonés, pero del mismo modo no lo es; o tal vez la excusa de una historia de amor con la que emerger o declarar su otra y trascendente historia de amor con Japón, país en el que nació y vivió hasta los 5 años para regresar con veinti…pocos.

"Uno no se enamora de aquellos a los que no soporta, de aquellos que representan un peligro insostenible"

Una historia de amor, las dos o una conteniendo a la otra, justificándose una en la otra, construida desde la plácida contradicción de un choque de diversidad,  de perplejidad por las enormes diferencias entre los usos y costumbres de las dos culturas, occidental y oriental; en cuya comprensión, la asimilación de lo común a todos los pueblos,  no duda la escritora de echar mano, en primera persona, de divertidas escenas relatadas con desparpajo, con ese cinismo e ironía de desaliño magistral, imbricadas con otro desarrollo más profundo, emotivo y enternecedor.

"- Les gusta ver a personas diferentes y, al mismo tiempo, sentirse seguros junto a sus semejantes.
- ¿Y esa necesidad de fotografiarlo todo?
- No lo sé. Me pone nervioso, y más aún sabiendo que todos hacen las mismas fotografías.  Quizás sea para demostrase a sí mismos que no lo han soñado"

Me ha encantado la habilidad de la escritora de incentivar una curiosidad llena de fascinación y detención por el costumbrismo nipón (la escena del almuerzo de presentación por parte de Rinri de Amélie a sus amigos es de una sutil y divertida extrañeza, o de la hilarante animadversión de los familiares del oriental hacia la novia occidental). Y además de las alusiones literarias, Duras, Stendhal,  Mishima..., que dejan ver a la gran lectora, Amélie Nothomb cautiva con los, llamémosle así, hermosos accidentes turísticos (La visita a Hiroshima, 
con lectura incluida de “Hiroshima mon amour" de Marguerite Duras", la ascensión y amanecer en el monte Fuji, en un viaje personal, mágico e iniciático...) narrados con ese estilo tan personal, tan minimalista y ajeno a los tópicos, hilvanado de ágiles metáforas, burlas y sucesos graciosos, junto con concisas y a su vez profundas reflexiones de corte general y, en especial, a destacar las íntimas de la autora belga; y de entre las que, como magistral ejemplo, no voy a aludir, ni revelar, sí en llamar su atención, del formidable final de la novela. Sin duda otra característica y capacidad fundamental de la narrativa de la autora: sus finales memorables.

"... la promiscuidad de la vida de Tokio generaba fantasías eremíticas para las que la altitud constituía la mejor válvula de escape"

Una novela breve, amena, divertida, con sarcasmo y precisa ironía a discreción, más tierna que ácida, reflexiva, adictiva y atractiva... En resumidas cuentas, una novela de Amélie Nothomb, otra, para disfrutar y recomendar.


"Decirle a alguien que se ha terminado es feo y falso. Nunca se termina. Incluso cuando ya no piensas en alguien, ¿cómo dudar de su presencia dentro de ti? Un ser que ha contado para ti siempre cuenta"

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